“Estamos aquí reunidos para
celebrar la unión entre el declive y los arcos argumentales“ (insertar voz de
sacerdote en matrimonio). Muy bien recordamos aquellas historias que marcaron
nuestras infancias, terribles, emocionantes, trágicas, llenas de lágrimas,
grandes protagonistas y giros inesperados, pues eso ha quedado en el pasado con
la nueva generación de consolas.
El cliché se ha apoderado del
mundo de los videojuegos
Cuando observamos las grandes
historias del pasado, podemos mencionar los impresionantes giros de Final
Fantasy 4, 6, 7 y 8, Tales of the Abyss, Tales of Simphonia, Xenogears,
Resident Evil 1 y 2, inclusive Tekken 3 y Bloody Roar 2 tenían un buen arco
argumental y es que no era una sorpresa, estábamos en la época dorada de los
hilos dramaticales, hoy en día podemos mencionar un par de referencias
excepcionales como The Last Of Us, Red Dead Redemption, Folklore, Bravely
Default, EO untold: La Chica del Milenio, la saga Mass Effect y Limbo, siendo éste último de naturaleza
Indie (El espacio es poco, pero se nos escapan más), lo cierto es que, aunque
hay algunas perlas que podríamos mencionar la cantidad es tan limitada que
aquellos que llegaron primeros son considerados pioneros sólo porque al resto
no se les ocurrió algo mejor que copiar la misma base de todas sus franquicias
y maquillarlas (muy mal, para el “ojo entrenado” de la vieja escuela).
Los personajes se han dividido
casi en la totalidad de las historias que tratan de abarcar un poco más de
profundidad de la siguiente forma, siendo cualquiera de ellos el protagonista:
El misterioso que tiene un lado sensible, el chistoso que tiene una faceta
ruda, el alegre y agresivo que protege a todos sus amigos por su “código de ética”
o porque hizo alguna promesa hace tantos tiempo, y afines; además de los
villanos que ahora pasan de ser despiadados monstruos sedientos de sangre a
“amigables chicos que un día fueron buenas personas y querían cultivar rosas”
(sarcasmo), el raro fenómeno del “villano amigable” (en lo que hablaremos en
otro de nuestros muy detallados análisis). ¿Cómo diablos iban a crear nuevas
historias si los perfiles de los personajes son los mismos desde hace 20 años?,
volvemos a una frase que expresamos en nuestro análisis “Los RPG agonizan”:
“cambiar un personaje clásico por una papa que habla” no es innovación, es
reciclaje.
Cansados del gran y admirable
proceso de reciclaje que las compañías han hecho sobre nuestro amado mundo de
los videojuegos, han surgido grandes historias también desde algunas
desarrolladoras independientes y les diremos la razón: Hicieron sus títulos con
amor y consideración a los videojuegos, no para ganar dinero. He aquí la
fórmula para que nos dejen de vender basura envuelta en paquetes dorados. Las
cuales, por si todo esto no fuera suficientemente malo, son el esqueleto
principal de una serie de paquetes (DLC o Contenido descargable) que se hacen
necesarios para comprender ciertas partes de la historia, pecado en el cual han
incurrido grandes franquicias TPS, FPS, ARPG, RPJ y JRPG, además de las
conocidas plataformas (entre las cuales podemos mencionar la saga de Assasins
Creed y Tales Of, además de Call Of Duty) que buscan de forma descarada
exprimir nuestros bolsillos para vendernos más “potes de humo” (Cosa de la que
hablamos también en nuestro análisis sobre los polémicos DLC)
Queremos más historias y menos
potes de humo.
Verán los tráilers y serán
bestiales, mirarán los gráficos y serán brutales, el gameplay quizá sea
espectacular… ¿Y de qué te sirve eso sí, con una historia mediocre, no sientes
siquiera la necesidad de profundizar en el juego?
Desde Beast Gamers les pedimos a
las grandes compañías desarrolladoras de videojuegos un par de cosas: Dejen de
buscar dinero y profundicen más sus títulos, tráigannos personajes reales y no
clichés de hace 20 años, nunca olviden que detrás de una gran historia hay una
gran banda sonora, no busquen vendernos basura bien envuelta en sus contenidos
descargables y hagan los juegos íntegramente (no como un esqueleto sin huesos),
y, finalmente… Hágannos soñar de nuevo en vivir aventuras épicas, de ensueño y
que marquen no sólo las infancias de la nueva generación (que se merece algo
mejor que esto, por favor), sino de todos, que podamos decir de nuevo y con
orgullo que el divorcio entre el fracaso y los arcos argumentales está
completo.
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